Somos personas sociales, y como tales, gran parte de nuestras creencias y actitudes las hemos aprendido mediante la “educación” que hemos recibido. Nos han enseñado cómo hemos de comportarnos, qué está bien y qué mal, qué debemos creer, pensar y sentir para ser aceptados. Solemos dar mensajes acerca de qué es correcto y qué no, categorizando cada uno de ellos en positivos o negativos. Personalmente, me chirría mucho cuando una persona dice que hay emociones positivas y negativas. Las emociones son emociones y cada una de ellas tiene una función (pero este es tema para otro post). En definitiva… ¡Nos encanta ponerle etiquetas a todo!.
Respecto a la Sexualidad, por supuesto, no iba a ser diferente y, por ello, pensamos que tener Sexo de una determinada manera es aceptable y de otras no. Esto nos suele generar grandes conflictos internos. Es importante darnos cuenta de que esas etiquetas no son iguales para todo el mundo, ya que van a depender mucho de la educación que hayamos recibido y de nuestra manera de concebir la vida (lo que para unos es correcto para otros no lo es).
Los seres humanos somos seres sexuados y tenemos nuestras primeras “experiencias sexuales” en la más tierna infancia. Desde bien temprano, experimentamos con nuestro cuerpo y vamos descubriendo sus diferentes partes, entre ellas, los genitales.
Es curioso observar como muchos adultos sonríen y se maravillan cuando su bebé ha descubierto su mano y se queda un largo rato disfrutando de su fantástica revelación. Sin embargo, no suelen tener la misma reacción cuando se dan cuenta de que su bebé ha descubierto sus genitales y, de la misma manera, se queda deslumbrado con ellos.
Es importante saber que el niño o la niña simplemente está descubriendo su cuerpo, para él/ella es algo natural, está explorando, descubriendo y curioseando con su cuerpo, sin juicio de valor, sintiendo lo que le da más o menos placer. No hace una distinción entre partes de su cuerpo sexuales y no sexuales.
Por el contrario, el adulto le suele poner una connotación sexual al hecho de que el niño/a se toque los genitales y entonces pasa a catalogarlo como algo “bueno” o “malo”. Esto va a implicar que esa exploración inocente del niño/a, se vea afectada por las reacciones y juicios de valor de estos adultos que, verbal o no verbalmente, le expresaran lo que es correcto y lo que no lo es. De esta manera y, sin darnos cuenta, comenzamos a establecer la relación que cada uno de nosotros/as tenemos con nuestro cuerpo, que inevitablemente está condicionado por las actitudes y creencias que han tenido las personas afectivamente importantes de nuestra vida.
Debido a estas categorizaciones, la mayoría de las personas entramos en un conflicto interno entre lo que nos produce placer y lo que hemos aprendido que está bien y es aceptable sentir y hacer con nuestro cuerpo. Esta dualidad, al cabo de los años, termina por darle forma a la manera que tenemos de vivir nuestra Sexualidad.
Lo más habitual es que alguien en nuestra vida nos haya dicho en algún momento (verbal o no verbalmente) que tocarnos los genitales, no está bien, es sucio o es pecado. En el mejor de los casos, el mensaje habrá sido que “eso” se hace en privado, sin más explicación, por lo que el niño/a probablemente terminará interpretando que debe hacerlo en la intimidad, “a escondidas”, porque es algo que está mal, con el consiguiente sentimiento de culpa, vergüenza e incomodidad. Con el paso de los años, esto se convertirá en la vocecita interna que todos tenemos dentro, que nos dice lo que es correcto y lo que no.
A muchísimos adultos, hablar de la masturbación, les causa una tremenda incomodidad y, por ello, no son capaces de transmitir una información clara a los niños/as sobre el motivo por el que es preferible hacerlo en privado y no en público.
Cuando comenzamos a darnos cuenta de que el sentimiento de vergüenza, con respecto a la masturbación en particular, y a la Sexualidad en general, es la manifestación de esas voces internas (representación de las voces de las personas afectivamente importantes de nuestra infancia), podremos empezar a devolverles esos mensajes que nos vendieron y que compramos sin saber qué estábamos comprando, liberándonos, de esta manera, de nuestra vergüenza y comenzando a relacionarnos con nuestro cuerpo de una manera más sana y saludable.
Así, podremos empezar a vivir nuestra Sexualidad con comodidad y libertad, deshaciéndonos de los pensamientos limitantes con respecto a nuestro cuerpo y placer, para poder tener una Sexualidad más deleitosa, responsable y libre.
La masturbación, hecha con consciencia, es un acto de amor hacia uno/a mismo/a y, como tal, es el primer indicativo de cómo nos relacionamos con nuestra Sexualidad. Como digo en muchas ocasiones:
Para amar a otra persona, primero hay que amarse a uno/a mismo/a, de la misma manera que para tener una Sexualidad placentera con otra persona, primero tenemos que tener una Sexualidad placentera con nosotros/as mismos/as.
A cuanto tiempo de diferencia sería recomendable masturbarse