Dos de las grandes enfermedades de nuestra sociedad son el estrés y la ansiedad, en muchas ocasiones, ambas van unidas. No hay más que mirar como el consumo de ansiolítico sigue creciendo día a día. Actualmente parece que vivimos en un mundo en el que parece que cuántas más cosas hagamos mejores personas o más valiosas somos, de hecho, hasta en las vacaciones nos dedicamos a hacer planes constantes para tener todo nuestro tiempo ocupado. Hemos cambiado calidad por cantidad. Una buena pregunta que te puedes hacer al respecto es ¿estás disfrutando de lo que estás haciendo o por el contrario estás deseando terminar lo que tienes entre manos para poder dedicarte a otra cosa? Esta “simple” pregunta te puede dar muchas pistas de cómo está siendo el nivel de estrés en tu vida.
El estrés es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones amenazantes. Nuestro cerebro es un detector de amenazas y cada vez que detecta algo como una amenaza para nosotros (da lo mismo que sea real o imaginario) comienza a generar cortisol (la hormona del estrés) para poder aportarnos la energía suficiente para luchar o huir. Cierta cantidad de estrés es necesario para que el organismo responda adecuadamente, sin embargo, cuando tenemos una elevada cantidad de cortisol en el organismo, nuestra salud, nuestro rendimiento laboral, nuestras relaciones personales, nuestra sexualidad… suelen verse afectadas. Normalmente el estrés continuado genera tensión, ansiedad y una gran variedad de reacciones fisiológicas.
Habitualmente el estrés se presenta cuando percibimos las demandas de la vida como demasiado difíciles para nosotros/as (independientemente de que lo sean o no) y, por ello, la persona se siente ansiosa, tensa y, con ello, se perturba su equilibrio emocional.
Los síntomas más comunes relacionados con el estrés suelen ser: ansiedad, depresión, dolores de cabeza, insomnio, indigestión, sarpullidos, dificultades sexuales, nerviosismo, irritabilidad, dificultades de concentración….
Hoy en día, existen una gran cantidad de estudios que demuestras que la mejor manera de prevenir estos estados es tomarse la vida con más calma y priorizar la calidad frente a la cantidad. Para ello es importante la practica continuada de técnicas como la meditación, la relajación, los estiramientos físicos, la respiración, así como el ejercicio físico moderado.
Aquí puedes ver un vídeo que he encontrado que te puede dar un poco más de información. Espero que lo disfrutes.