En esta nueva aventura de escribir en el blog, estoy echando mano mucho de la interdependencia ya que me estoy encontrando con algunas dificultades a la hora de preparar la página para publicar lo escrito, a veces me despisto a la hora de hacer algún paso, otras cambio algo en un sitio y se me olvida hacer el cambio en otro apartado, otras creo que lo he hecho todo bien y cuando le doy a publicar encuentro algún fallo (no sale la foto, me da error o salen cosas en sitios diferentes de donde yo pensaba que iban a salir).

Cuando veo algo de esto, empiezo a buscar en los apuntes que cogí mientras Jesús (informático de JQBIT) me explicó cómo funcionaba la página, pero a veces, es tanta información nueva para mí, que no se cómo hacer o solucionar determinada cosa. En esos momentos llamo a Jesús para que me “eche un cable” y me ayude a identificar el error.

La importancia de la interdependencia en el aprendizaje

Gracias a que Jesús está teniendo una paciencia infinita conmigo y con mis mil preguntas, a que me va indicando y guiando mi mirada para que yo identifique los errores, voy aprendiendo. Para él sería más fácil hacerlo directamente, y para mí más cómodo dejar que él lo hiciera. Sin embargo, si nos dejáramos llevar por esta comodidad, generaríamos un problema: ambos estaríamos poniendo los ingredientes necesarios para generar una relación de dependencia.

En cambio, al abordar esta situación desde una perspectiva de interdependencia, estamos fomentando un ambiente de aprendizaje mutuo. Esta interdependencia no sólo nos beneficia individualmente, sino que también fortalece nuestra relación de trabajo, haciéndola más equilibrada y sostenible a largo plazo.

A la larga, él se sentiría estresado y no valorado, y yo, nunca aprendería a manejar la página. Si esto fuera así, tendría que llamarlo cada vez que hiciera cualquier cosa, él lo volvería a hacer, y de esta manera, casi sin darnos cuenta, nos habríamos metido en un círculo vicioso. Este círculo vicioso, contrario a la interdependencia, conduce a una dinámica insostenible donde uno se vuelve excesivamente dependiente y el otro abrumadoramente responsable.

A pesar de todo esto, algún día, cuando he publicado y no podido solventar el error, le he pedido que lo corrija y cuando hemos tenido un hueco, hablamos y me explica lo que ocurrió para que yo pueda volver a hacerlo. Todo esto me recuerda el famoso proverbio Chino “Dale un pescado a un hombre y comerá un día, enséñale a pescar y comerá todos los días”, a lo que yo le añadiría, mientras estoy aprendiendo, no dejes que me muera de hambre, si no pesco nada, dame algún pescado de vez en cuando.

Te estoy contando todo esto porque esta nueva situación me ha hecho pensar sobre el proceso de aprendizaje-educación y las relaciones de dependencia-interdependencia. En la vida, en muchos momentos, necesitamos un/a maestro/a para aprender, alguien que sabe más que nosotros/as sobre algún tema, o que ha recorrido un camino que nosotros/as aún no hemos hecho y nos ayude a entrenar la mirada

Esto subraya la importancia de la interdependencia en nuestras relaciones, donde tanto el maestro como el estudiante se benefician y crecen juntos. La interdependencia no se trata de hacerlo todo por sí mismo, sino de aprender a pedir ayuda y ofrecerla, en un intercambio equitativo y enriquecedor.

«El primer paso cuando nos encontramos con un problema, que por más que lo hemos intentado, no sabemos cómo solventar, es pedir ayuda» 

El primer paso cuando nos encontramos con un problema, que por más que lo hemos intentado, no sabemos cómo solventar, es pedir ayuda. Esto, en sí mismo, es un acto de humildad, “reconozco que yo solo/a no puedo y que necesito del otro/a”. En este momento estoy en una situación de dependencia nutritiva o interdependencia. (“necesito a alguien de quien aprender”)

En ocasiones, cuando le pedimos ayuda a una persona, la tendencia suele ser que ésta lo solucione por nosotros/as. Aquí es donde la interdependencia puede transformarse en una herramienta poderosa para el desarrollo personal. En lugar de simplemente resolver el problema, el enfoque interdependiente involucra compartir conocimientos y habilidades, permitiendo que el aprendiz se convierta en un participante activo en la solución.

Para la persona que ayuda es más sencillo y menos costoso hacerlo, evitándose así el proceso de enseñarnos hasta que aprendamos, lo que implica una alta dosis de paciencia. Sin embargo, cuando se adopta un enfoque interdependiente, el enseñante asume el papel de un guía en lugar de un solucionado, fomentando un ambiente donde el aprendizaje es mutuo y colaborativo.

Esto se suele hacer con la mejor intensión del mundo, “lo hago por ti” “te estoy ayudando”. Pero, consciente o inconscientemente, está propiciando una relación de dependencia no nutritiva, hace que lo necesitemos para solucionarlo. Por lo tanto, ese “lo hago por ti” conlleva un: “lo hago para ahorrarme el proceso de enseñarte con paciencia hasta que tú sepas hacerlo por ti mismo/a”, o, “cuando te surja ese problema tendrás que contar conmigo y así yo me sentiré importante para ti”.

Si el/la «enseñante» tiene la paciencia suficiente para que “el/la aprendiz” vaya aprendiendo y éste pone su esfuerzo y trabajo, ambos “cumplen su función” y establecen una relación de “interdependecia”. Cada miembro puede aprender del otro. Esta relación de interdependencia no sólo es beneficiosa para las tareas inmediatas, sino que también sienta las bases para las futuras colaboraciones y un aprendizaje continuo

Aparentemente, en las relaciones de dependencia no nutritivas, parece que uno gana y otro pierde (el aprendiz gana porque se ahorra un trabajo y se evita un problema, el enseñante pierde porque se carga de trabajo). Sin embargo, si nos fijamos bien, realmente ambos han perdido en esta situación.

Por el contrario, en las relaciones de interdependencia, ganarían ambos: el enseñante trabaja su paciencia, refuerza sus conocimientos y aprende con la experiencia de enseñar y el aprendiz aprende y gana autonomía.

Como conclusión, quiero compartir contigo la importancia de que:

Cuando adoptes el rol de enseñante, intentes no hacer las cosas por la otra persona y trates de tener la paciencia durante el proceso de aprendizaje.

Cuando adoptes el rol de aprendiz, procura que no hagan las cosas por ti e intenta esforzarte. Así, estarás ganando autonomía y autoafirmación.

Cuando ambos hacen su parte, se establecen relaciones de libertad, en las que se  aprende y se crece. De lo contrario, se establecen relaciones de dependencia no nutritiva.  Esto implica un mayor trabajo en un primer momento, pero a la larga, los efectos positivos son mayores, porque todas las personas que participan en el proceso de aprendizaje se autoafirman, al tiempo que pueden retroalimentarse mutuamente.

 

 “A veces para ahorrarnos un trabajo a corto plazo, generamos un problema a largo plazo”.

 

 

Un abrazo! 

Raquel